1100 FILOSOFIA 2 PERIODO
  • 1. La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serian inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, mas acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido. De acuerdo con Zuleta, la felicidad asociada con el paraíso, con islas afortunadas, con el alejamiento de todo aquello que es humano demasiado humano, se inscribe dentro de la tradición
A) humanística.
B) ilustrada.
C) judeocristiana.
D) racionalista.
  • 2. La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serian inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, mas acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido. Con la expresión “Deseamos mal”, el autor considera que nuestro problema se centra en
A) los contenidos de nuestros deseos.
B) el sometimiento a nuestros deseos.
C) no somos capaces de lograr aquello que nos proponemos.
D) la frustración de nuestros deseos.
  • 3. La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serian inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido. El tipo de relación humana que defiende el autor es
A) donde no haya conflicto.
B) de seguridad garantizada.
C) aquella que sea inquietante, compleja y perdible.
D) de reconciliaciones totales.
  • 4. La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serian inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido. Según Zuleta, se presentan dos formas de entender el ejercicio filosófico. En este sentido, cuál de las siguientes expresiones es concordante con la manera como entiende la filosofía el autor.
A) ha sido hecha por personalidades excepcionales.
B) se constituye en una doctrina global.
C) es crítica y reflexiva.
D) da cuenta de todo.
  • 5. Para acabar con este recorrido por algunos momentos de la filosofía, quiero referirme a una filósofa que, recogiendo la herencia kantiana, proclama que el pensamiento y el juicio constituyen el núcleo de la conciencia moral. Me refiero a Hanna Arendt, la filósofa judía que, tras acudir al juicio del dirigente nazi Albert Eichmann, escribe el conocido libro, Eichmann en Jerusalén, y le pone el subtítulo: La banalidad del mal. Es la conclusión que saca Arendt de asistir al juicio: que Eichmann no era precisamente un hombre malvado ni diabólico. Era un mero burócrata, un individuo que dejó de pensar y de preguntarse por la bondad o maldad de lo que la máquina burocrática le ordenaba que hiciera. Más que un ser especialmente perverso, era “superfluo” como ser humano, intercambiable con cualquier otro individuo de su misma calaña. Una víctima del totalitarismo cuyo objetivo último es precisamente este: convertir a los individuos en seres superfluos, acabar con la individualidad y, en consecuencia, con la libertad. Pues bien, esa dedicación al pensamiento que siempre ha sido característica, y casi privativa, de la filosofía, creo que hoy es más necesaria que nunca. Lo es porque el pensamiento ha desaparecido de nuestra realidad. Vivimos en la sociedad llamada de la información. La red de comunicaciones que nos conectan con lo más recóndito del mundo, es cada vez más sofisticada y más completa. Estamos informados o podemos obtener información de casi todo. Pero no pensamos sobre esa información. La información es fugaz: empieza y acaba en muy pocos días. No da tiempo a profundizar en ninguna cuestión. La noticia tiene que ser siempre nueva, una primicia. Las noticias se gastan muy rápido y en seguida aburren. La información mediática está en el extremo opuesto de ese discurso libre que Platón le adjudicaba al filósofo, que está provisto del ocio y la independencia suficientes para dedicarse a pensar en lo que quiera y como quiera. Mucha información, pero insuficiente e insatisfactoria, tal es la realidad. Desarrollo impresionante de las ciencias, pero las grandes preguntas siguen irresueltas. Podemos hacernos eco de lo que Ludwig Wittgenstein reconocía hace casi un siglo: “Tenemos la sensación de que aun cuando todas las posibles preguntas científicas tuvieran respuesta, no habríamos tocado en absoluto los grandes problemas de la vida”. Según Arendt, las características que se asocian con tan inquietante conducta, ya que Eichmann fue juzgado como criminal de guerra nazi, nos permite concluir que sus acciones malas se pueden identificar
A) con el pecado.
B) con la ignorancia.
C) con la ausencia de pensamiento.
D) con la perversión.
  • 6. Para acabar con este recorrido por algunos momentos de la filosofía, quiero referirme a una filósofa que, recogiendo la herencia kantiana, proclama que el pensamiento y el juicio constituyen el núcleo de la conciencia moral. Me refiero a Hanna Arendt, la filósofa judía que, tras acudir al juicio del dirigente nazi Albert Eichmann, escribe el conocido libro, Eichmann en Jerusalén, y le pone el subtítulo: La banalidad del mal. Es la conclusión que saca Arendt de asistir al juicio: que Eichmann no era precisamente un hombre malvado ni diabólico. Era un mero burócrata, un individuo que dejó de pensar y de preguntarse por la bondad o maldad de lo que la máquina burocrática le ordenaba que hiciera. Más que un ser especialmente perverso, era “superfluo” como ser humano, intercambiable con cualquier otro individuo de su misma calaña. Una víctima del totalitarismo cuyo objetivo último es precisamente este: convertir a los individuos en seres superfluos, acabar con la individualidad y, en consecuencia, con la libertad. Pues bien, esa dedicación al pensamiento que siempre ha sido característica, y casi privativa, de la filosofía, creo que hoy es más necesaria que nunca. Lo es porque el pensamiento ha desaparecido de nuestra realidad. Vivimos en la sociedad llamada de la información. La red de comunicaciones que nos conectan con lo más recóndito del mundo, es cada vez más sofisticada y más completa. Estamos informados o podemos obtener información de casi todo. Pero no pensamos sobre esa información. La información es fugaz: empieza y acaba en muy pocos días. No da tiempo a profundizar en ninguna cuestión. La noticia tiene que ser siempre nueva, una primicia. Las noticias se gastan muy rápido y en seguida aburren. La información mediática está en el extremo opuesto de ese discurso libre que Platón le adjudicaba al filósofo, que está provisto del ocio y la independencia suficientes para dedicarse a pensar en lo que quiera y como quiera. Mucha información, pero insuficiente e insatisfactoria, tal es la realidad. Desarrollo impresionante de las ciencias, pero las grandes preguntas siguen irresueltas. Podemos hacernos eco de lo que Ludwig Wittgenstein reconocía hace casi un siglo: “Tenemos la sensación de que aun cuando todas las posibles preguntas científicas tuvieran respuesta, no habríamos tocado en absoluto los grandes problemas de la vida”. El totalitarismo es una nueva forma de gobierno que difiere sustancialmente de otras formas de gobierno como las tiranías y dictaduras, principalmente por la supresión progresiva de la libertad hasta alcanzar la dominación total. En este sentido, uno de los elementos centrales, subrayados por Arendt, que caracterizan al estado totalitario es
A) la progresiva abolición de las libertades y derechos de la persona humana.
B) sustitución del sistema de partidos por un movimiento de masas.
C) la concentración del poder en un líder.
D) el terror total como mecanismo de dominación.
  • 7. Para acabar con este recorrido por algunos momentos de la filosofía, quiero referirme a una filósofa que, recogiendo la herencia kantiana, proclama que el pensamiento y el juicio constituyen el núcleo de la conciencia moral. Me refiero a Hanna Arendt, la filósofa judía que, tras acudir al juicio del dirigente nazi Albert Eichmann, escribe el conocido libro, Eichmann en Jerusalén, y le pone el subtítulo: La banalidad del mal. Es la conclusión que saca Arendt de asistir al juicio: que Eichmann no era precisamente un hombre malvado ni diabólico. Era un mero burócrata, un individuo que dejó de pensar y de preguntarse por la bondad o maldad de lo que la máquina burocrática le ordenaba que hiciera. Más que un ser especialmente perverso, era “superfluo” como ser humano, intercambiable con cualquier otro individuo de su misma calaña. Una víctima del totalitarismo cuyo objetivo último es precisamente este: convertir a los individuos en seres superfluos, acabar con la individualidad y, en consecuencia, con la libertad. Pues bien, esa dedicación al pensamiento que siempre ha sido característica, y casi privativa, de la filosofía, creo que hoy es más necesaria que nunca. Lo es porque el pensamiento ha desaparecido de nuestra realidad. Vivimos en la sociedad llamada de la información. La red de comunicaciones que nos conectan con lo más recóndito del mundo, es cada vez más sofisticada y más completa. Estamos informados o podemos obtener información de casi todo. Pero no pensamos sobre esa información. La información es fugaz: empieza y acaba en muy pocos días. No da tiempo a profundizar en ninguna cuestión. La noticia tiene que ser siempre nueva, una primicia. Las noticias se gastan muy rápido y en seguida aburren. La información mediática está en el extremo opuesto de ese discurso libre que Platón le adjudicaba al filósofo, que está provisto del ocio y la independencia suficientes para dedicarse a pensar en lo que quiera y como quiera. Mucha información, pero insuficiente e insatisfactoria, tal es la realidad. Desarrollo impresionante de las ciencias, pero las grandes preguntas siguen irresueltas. Podemos hacernos eco de lo que Ludwig Wittgenstein reconocía hace casi un siglo: “Tenemos la sensación de que aun cuando todas las posibles preguntas científicas tuvieran respuesta, no habríamos tocado en absoluto los grandes problemas de la vida”. Camps al analizar la sociedad de la información establece la diferencia entre
A) pensamiento y utilidad.
B) pensamiento e información.
C) pensamiento y acción.
D) ser y tener.
  • 8. Para acabar con este recorrido por algunos momentos de la filosofía, quiero referirme a una filósofa que, recogiendo la herencia kantiana, proclama que el pensamiento y el juicio constituyen el núcleo de la conciencia moral. Me refiero a Hanna Arendt, la filósofa judía que, tras acudir al juicio del dirigente nazi Albert Eichmann, escribe el conocido libro, Eichmann en Jerusalén, y le pone el subtítulo: La banalidad del mal. Es la conclusión que saca Arendt de asistir al juicio: que Eichmann no era precisamente un hombre malvado ni diabólico. Era un mero burócrata, un individuo que dejó de pensar y de preguntarse por la bondad o maldad de lo que la máquina burocrática le ordenaba que hiciera. Más que un ser especialmente perverso, era “superfluo” como ser humano, intercambiable con cualquier otro individuo de su misma calaña. Una víctima del totalitarismo cuyo objetivo último es precisamente este: convertir a los individuos en seres superfluos, acabar con la individualidad y, en consecuencia, con la libertad. Pues bien, esa dedicación al pensamiento que siempre ha sido característica, y casi privativa, de la filosofía, creo que hoy es más necesaria que nunca. Lo es porque el pensamiento ha desaparecido de nuestra realidad. Vivimos en la sociedad llamada de la información. La red de comunicaciones que nos conectan con lo más recóndito del mundo, es cada vez más sofisticada y más completa. Estamos informados o podemos obtener información de casi todo. Pero no pensamos sobre esa información. La información es fugaz: empieza y acaba en muy pocos días. No da tiempo a profundizar en ninguna cuestión. La noticia tiene que ser siempre nueva, una primicia. Las noticias se gastan muy rápido y en seguida aburren. La información mediática está en el extremo opuesto de ese discurso libre que Platón le adjudicaba al filósofo, que está provisto del ocio y la independencia suficientes para dedicarse a pensar en lo que quiera y como quiera. Mucha información, pero insuficiente e insatisfactoria, tal es la realidad. Desarrollo impresionante de las ciencias, pero las grandes preguntas siguen irresueltas. Podemos hacernos eco de lo que Ludwig Wittgenstein reconocía hace casi un siglo: “Tenemos la sensación de que aun cuando todas las posibles preguntas científicas tuvieran respuesta, no habríamos tocado en absoluto los grandes problemas de la vida”. Según Camps, uno de los problemas asociados al privilegio de la información, es
A) su fugacidad.
B) la ausencia de valores.
C) que es insuficiente e insatisfactoria.
D) que no resuelve las grandes preguntas.
  • 9. ¿Es la filosofía como la plomería? He hecho esta comparación en varias ocasiones, queriendo recalcar con ello que el filosofar no es sólo admirable, elegante y difícil, sino además necesario. No es opcional. Esta idea causó alguna sorpresa e incluso ha sido considerada más bien indigna. La cuestión de la dignidad es muy interesante y volveremos a ella al final de este escrito. Pero primero me gustaría explorar la comparación de una forma más completa. La plomería y la filosofía son actividades que surgen debido a que culturas desarrolladas como las nuestras tienen bajo su superficie un sistema bastante complejo que usualmente pasa inadvertido, pero que en algunas ocasiones no funciona como es debido. Esto puede tener graves consecuencias en ambos casos. Cada sistema abastece las necesidades básicas de aquellos que viven encima de él. Cada sistema es difícil de reparar cuando tiene fallas, porque ninguno fue conscientemente planeado como un todo. Ha habido muchos intentos ambiciosos por reformarlos. Pero, para los dos sistemas, las complicaciones existentes usualmente están muy difundidas como para permitir un nuevo comienzo radical. Aquí, sin embargo, nos topamos con la primera diferencia notable entre los dos casos. En cuanto a la plomería, todo el mundo acepta la necesidad de especialistas preparados. En cuanto a la filosofía, muchas personas — especialmente los ingleses— no sólo dudan de su necesidad, sino que con frecuencia son escépticos, incluso respecto a la existencia misma del sistema subyacente, el cual está oculto de manera más profunda. Cuando los conceptos con los que vivimos fallan, normalmente no gotean del techo o inundan la cocina. Simplemente distorsionan y obstruyen nuestro pensamiento de forma silenciosa. Midgley sostiene que la filosofía, más allá de ser admirable, elegante y difícil, no es opcional. En este sentido, podemos afirmar que entiende por ello
A) que es algo importante.
B) que es algo fundamental.
C) que es un hacer necesario para la sociedad.
D) que la sociedad no requiere de la filosofía.
  • 10. ¿Es la filosofía como la plomería? He hecho esta comparación en varias ocasiones, queriendo recalcar con ello que el filosofar no es sólo admirable, elegante y difícil, sino además necesario. No es opcional. Esta idea causó alguna sorpresa e incluso ha sido considerada más bien indigna. La cuestión de la dignidad es muy interesante y volveremos a ella al final de este escrito. Pero primero me gustaría explorar la comparación de una forma más completa. La plomería y la filosofía son actividades que surgen debido a que culturas desarrolladas como las nuestras tienen bajo su superficie un sistema bastante complejo que usualmente pasa inadvertido, pero que en algunas ocasiones no funciona como es debido. Esto puede tener graves consecuencias en ambos casos. Cada sistema abastece las necesidades básicas de aquellos que viven encima de él. Cada sistema es difícil de reparar cuando tiene fallas, porque ninguno fue conscientemente planeado como un todo. Ha habido muchos intentos ambiciosos por reformarlos. Pero, para los dos sistemas, las complicaciones existentes usualmente están muy difundidas como para permitir un nuevo comienzo radical. Aquí, sin embargo, nos topamos con la primera diferencia notable entre los dos casos. En cuanto a la plomería, todo el mundo acepta la necesidad de especialistas preparados. En cuanto a la filosofía, muchas personas — especialmente los ingleses— no sólo dudan de su necesidad, sino que con frecuencia son escépticos, incluso respecto a la existencia misma del sistema subyacente, el cual está oculto de manera más profunda. Cuando los conceptos con los que vivimos fallan, normalmente no gotean del techo o inundan la cocina. Simplemente distorsionan y obstruyen nuestro pensamiento de forma silenciosa. Según Midgley, se asemejan la filosofía y la plomería en que
A) Trabajan sobre sistemas complejos que se encuentran por debajo de la superficie.
B) Trabajan sobre lo que se encuentra en la superficie.
C) Son valoradas socialmente.
D) Son actividades.
  • 11. ¿Es la filosofía como la plomería? He hecho esta comparación en varias ocasiones, queriendo recalcar con ello que el filosofar no es sólo admirable, elegante y difícil, sino además necesario. No es opcional. Esta idea causó alguna sorpresa e incluso ha sido considerada más bien indigna. La cuestión de la dignidad es muy interesante y volveremos a ella al final de este escrito. Pero primero me gustaría explorar la comparación de una forma más completa. La plomería y la filosofía son actividades que surgen debido a que culturas desarrolladas como las nuestras tienen bajo su superficie un sistema bastante complejo que usualmente pasa inadvertido, pero que en algunas ocasiones no funciona como es debido. Esto puede tener graves consecuencias en ambos casos. Cada sistema abastece las necesidades básicas de aquellos que viven encima de él. Cada sistema es difícil de reparar cuando tiene fallas, porque ninguno fue conscientemente planeado como un todo. Ha habido muchos intentos ambiciosos por reformarlos. Pero, para los dos sistemas, las complicaciones existentes usualmente están muy difundidas como para permitir un nuevo comienzo radical. Aquí, sin embargo, nos topamos con la primera diferencia notable entre los dos casos. En cuanto a la plomería, todo el mundo acepta la necesidad de especialistas preparados. En cuanto a la filosofía, muchas personas — especialmente los ingleses— no sólo dudan de su necesidad, sino que con frecuencia son escépticos, incluso respecto a la existencia misma del sistema subyacente, el cual está oculto de manera más profunda. Cuando los conceptos con los que vivimos fallan, normalmente no gotean del techo o inundan la cocina. Simplemente distorsionan y obstruyen nuestro pensamiento de forma silenciosa. De acuerdo con lo planteado por Midgley, lo propio de la filosofía es el trabajo sobre
A) los valores.
B) los conceptos.
C) los sentidos.
D) los hábitos.
  • 12. ¿Es la filosofía como la plomería? He hecho esta comparación en varias ocasiones, queriendo recalcar con ello que el filosofar no es sólo admirable, elegante y difícil, sino además necesario. No es opcional. Esta idea causó alguna sorpresa e incluso ha sido considerada más bien indigna. La cuestión de la dignidad es muy interesante y volveremos a ella al final de este escrito. Pero primero me gustaría explorar la comparación de una forma más completa. La plomería y la filosofía son actividades que surgen debido a que culturas desarrolladas como las nuestras tienen bajo su superficie un sistema bastante complejo que usualmente pasa inadvertido, pero que en algunas ocasiones no funciona como es debido. Esto puede tener graves consecuencias en ambos casos. Cada sistema abastece las necesidades básicas de aquellos que viven encima de él. Cada sistema es difícil de reparar cuando tiene fallas, porque ninguno fue conscientemente planeado como un todo. Ha habido muchos intentos ambiciosos por reformarlos. Pero, para los dos sistemas, las complicaciones existentes usualmente están muy difundidas como para permitir un nuevo comienzo radical. Aquí, sin embargo, nos topamos con la primera diferencia notable entre los dos casos. En cuanto a la plomería, todo el mundo acepta la necesidad de especialistas preparados. En cuanto a la filosofía, muchas personas — especialmente los ingleses— no sólo dudan de su necesidad, sino que con frecuencia son escépticos, incluso respecto a la existencia misma del sistema subyacente, el cual está oculto de manera más profunda. Cuando los conceptos con los que vivimos fallan, normalmente no gotean del techo o inundan la cocina. Simplemente distorsionan y obstruyen nuestro pensamiento de forma silenciosa. Según lo expuesto por Midgley, se puede deducir que entiende por filosofía
A) el amor a la sabiduría.
B) la clarificación de conceptos.
C) el deseo de saber.
D) la respuesta a preguntas fundamentales.
  • 13. En la Guía del viajero de la Galaxia, las personas del Planeta X están cansadas de inquietarse por las preguntas fundamentales acerca de la vida. Ellos quieren continuar con su vida cotidiana sin molestias. Para responder las preguntas metafísicas de una vez por todas, deciden construir una gran computadora llamada Pensamiento Profundo. Ella les dará las respuestas a las preguntas fundamentales: ¿cuál es el propósito de todo?; ¿cuál es el significado de la vida? La computadora les informa que se tomará diez mil años para trabajar las respuestas. 'No importa', contestan, 'por lo menos tendremos la respuesta en diez milanos'. Diez mil años después llega el gran día. Pensamiento Profundo revelará el secreto, la respuesta al misterio de la vida. La muchedumbre se reúne fuera del albergue del palacio, donde estala computadora; todos esperan. El Jefe de Estado sube basta Pensamiento Profundo: '¿Tiene la respuesta?', pregunta. Oh sí, la tengo', contesta la gran máquina. '¿Cuál es, entonces?', replica el Jefe, expectante. 'Oh, lo siento, no puedo decírselo'. '¿Qué? ¿Por qué no puede decírmelo?', pregunta nervioso el Jefe. 'Porque a usted no le gustaría la respuesta', afirma la computadora. 'Eso no importa. Sólo deme la respuesta; es su deber, para eso la construimos', exclama el Jefe. (...) 'Bien', dice la computadora en tono renuente. 'La respuesta a su pregunta es 42'. '¿Qué?', chilla el jefe, '¡42!, pero, ¿cómo es posible?' Y ahora viene el postre, la moraleja de esta historia: la computadora dice, sabiamente: 'El problema es que, en primer lugar, usted nunca entendió la pregunta, y así no puede esperar comprender la respuesta'". En el libro descrito por Thomson, las personas del Planeta X se caracterizan por su cansancio de inquietarse por las preguntas centrales de la vida y el deseo de continuar su vida sin molestias. En este sentido, se puede afirmar que estas personas terminan confiando en
A) la vida.
B) la filosofía.
C) la cotidianidad.
D) la ciencia.
  • 14. En la Guía del viajero de la Galaxia, las personas del Planeta X están cansadas de inquietarse por las preguntas fundamentales acerca de la vida. Ellos quieren continuar con su vida cotidiana sin molestias. Para responder las preguntas metafísicas de una vez por todas, deciden construir una gran computadora llamada Pensamiento Profundo. Ella les dará las respuestas a las preguntas fundamentales: ¿cuál es el propósito de todo?; ¿cuál es el significado de la vida? La computadora les informa que se tomará diez mil años para trabajar las respuestas. 'No importa', contestan, 'por lo menos tendremos la respuesta en diez milanos'. Diez mil años después llega el gran día. Pensamiento Profundo revelará el secreto, la respuesta al misterio de la vida. La muchedumbre se reúne fuera del albergue del palacio, donde estala computadora; todos esperan. El Jefe de Estado sube basta Pensamiento Profundo: '¿Tiene la respuesta?', pregunta. Oh sí, la tengo', contesta la gran máquina. '¿Cuál es, entonces?', replica el Jefe, expectante. 'Oh, lo siento, no puedo decírselo'. '¿Qué? ¿Por qué no puede decírmelo?', pregunta nervioso el Jefe. 'Porque a usted no le gustaría la respuesta', afirma la computadora. 'Eso no importa. Sólo deme la respuesta; es su deber, para eso la construimos', exclama el Jefe. (...) 'Bien', dice la computadora en tono renuente. 'La respuesta a su pregunta es 42'. '¿Qué?', chilla el jefe, '¡42!, pero, ¿cómo es posible?' Y ahora viene el postre, la moraleja de esta historia: la computadora dice, sabiamente: 'El problema es que, en primer lugar, usted nunca entendió la pregunta, y así no puede esperar comprender la respuesta'". Lo que se deduce de la respuesta de la supercomputadora denominada Pensamiento profundo es que
A) lo importante es la comprensión de la pregunta.
B) no hay respuesta.
C) el significado de la respuesta se nos pierde.
D) lo importante es la respuesta.
  • 15. Acostúmbrate a considerar que la muerte no es nada para nosotros, puesto que todo bien y todo mal están en la sensación, y la muerte es pérdida de la sensación. La muerte no existe para los seres humanos, pues mientras vivimos no estamos muertos, y cuando estemos muertos ya no existiremos. Por tanto, lo único que de verdad existe para nosotros es el vivir, ya que solo de la vida tenemos experiencia. De acuerdo a lo planteado por Epicuro acerca de la muerte; lo que pretende con esto es
A) liberarnos de temer algo que nunca vamos a sentir.
B) sugerir que la muerte es un misterio.
C) rebelarse contra su carácter definitivo.
D) indicar que la muerte ajena es una ilusión.
Examen creado con That Quiz — el sitio de matemáticas.